La precampaña presidencial de 2026 está siendo marcada por la irrupción de nuevas y controvertidas herramientas de comunicación política, como los mercados de predicción en línea y la difusión de vallas publicitarias falsas. Estas tácticas, que buscan influir en la percepción pública en ausencia de encuestas reguladas, han generado un intenso debate sobre la ética y los límites de la desinformación en el debate electoral. Un artículo de La Silla Vacía reveló que plataformas como Polymarket, donde se apuesta dinero real sobre el posible ganador de las elecciones, están siendo utilizadas por campañas como las de Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella para proyectar una imagen de favoritismo.
Sin embargo, el análisis muestra que este mercado es pequeño, con solo 83 participantes, y fácilmente manipulable.
Por ejemplo, una sola cuenta concentra el 40% del dinero apostado a favor de De la Espriella, sugiriendo un esfuerzo coordinado para "inflar la percepción de apoyo". Paralelamente, han circulado montajes de vallas que enfrentan a candidatos de orillas opuestas. Una de ellas muestra a De la Espriella junto a una imagen del senador Iván Cepeda vestido de guerrillero. Tanto De la Espriella como Cepeda negaron su autoría, y este último anunció una denuncia penal. En respuesta, Daniel Quintero difundió otra valla falsa que lo compara con una imagen ridiculizada de De la Espriella, lo que generó fuertes críticas incluso dentro de su propia coalición.
En resumenEl uso de mercados de apuestas manipulables y la creación de vallas falsas con fotomontajes se perfilan como tácticas de desinformación en la carrera presidencial de 2026. Estos métodos, que operan en un vacío regulatorio, plantean serios riesgos para la integridad del debate electoral y la confianza ciudadana.