El gobierno de Estados Unidos ha retirado la certificación a Colombia en la lucha contra las drogas, una decisión que intensifica las tensiones diplomáticas y genera un profundo debate sobre la soberanía y la efectividad de la política antidrogas del presidente Gustavo Petro. La medida, anunciada por la administración de Donald Trump, ha sido calificada por el presidente Petro como una “injusticia” y una “grosería profunda contra el país”, además de un “insulto” a su trayectoria personal. En una alocución nacional, el mandatario colombiano respondió con un tono desafiante, retando directamente a su homólogo estadounidense: “A mí no me amenace, aquí lo espero si quiere”.
Petro argumentó que la decisión obedece a “lineamientos meramente políticos” y no a un análisis técnico de los resultados de su gobierno, que según él, ha alcanzado cifras récord de incautación de cocaína. Como consecuencia, anunció el fin de la erradicación forzada, afirmando que “mata policías”, y la suspensión de la compra de armamento a Estados Unidos. La oposición, incluyendo a los expresidentes Iván Duque y César Gaviria, y 11 partidos políticos, responsabilizó directamente a Petro, señalando que el “descertificado fue Petro, no el país”, debido al fracaso de su política de “paz total” y al aumento de los cultivos ilícitos. Por su parte, el Departamento de Estado de EE.
UU. aclaró que la medida se debe a las “políticas fallidas” del liderazgo de Petro y no a la labor de las Fuerzas Militares, instando a Colombia a reducir los cultivos y reanudar todas las extradiciones para revertir la decisión.
En resumenLa descertificación ha creado una crisis diplomática, con el presidente Petro adoptando una postura de confrontación y soberanía, mientras la oposición y el gobierno estadounidense culpan directamente a sus políticas. El futuro de la cooperación bilateral y la lucha antidrogas dependerá de la capacidad de ambos gobiernos para gestionar esta tensión y de los resultados concretos que Colombia pueda presentar en el corto plazo.