El precandidato presidencial Daniel Quintero ha ganado notoriedad y ha subido en las encuestas de intención de voto mediante una estrategia de campaña basada en actos disruptivos y polémicos. Sus recientes apariciones en el congreso de la ANDI y en el festival Petronio Álvarez, donde fue abucheado, han generado una amplia cobertura mediática y lo han posicionado como una figura central en el debate político. El exalcalde de Medellín ha protagonizado varios episodios que han marcado su precampaña. En el Congreso Empresarial Colombiano de la ANDI, irrumpió en un panel sin estar invitado, desplegando una bandera de Palestina para denunciar un supuesto veto por su postura sobre la venta de carbón a Israel. La acción provocó abucheos y gritos de “¡fuera!” y “¡ladrón!” por parte de los asistentes.
Días después, durante el Festival Petronio Álvarez en Cali, fue nuevamente recibido con silbidos y rechiflas.
A pesar de la recepción hostil, Quintero ha capitalizado estos momentos para reforzar su narrativa de ser un líder antisistema y excluido por las élites.
Esta estrategia parece estar dando resultados en términos de visibilidad. Una encuesta del Centro Nacional de Consultoría (CNC) lo ubica en segundo lugar en la intención de voto para la consulta del Pacto Histórico, con un 20%, mientras que la firma Guarumo lo posiciona en el quinto lugar general entre 75 aspirantes. Sus acciones, aunque criticadas por otros precandidatos como Susana Muhamad, quien le reclamó no “mercadear electoralmente con el dolor del pueblo palestino”, lo mantienen en el centro de la conversación pública.
En resumenEl estilo confrontacional y mediático de Daniel Quintero, aunque genera rechazo en ciertos escenarios, le ha permitido escalar en las encuestas y consolidarse como un precandidato disruptivo con una base de apoyo significativa de cara a las elecciones de 2026.