El presidente Gustavo Petro comienza su cuarto y último año de gobierno enfrentando un panorama complejo, marcado por una aprobación que ronda el 35%, una desaprobación del 58% y un balance económico con resultados mixtos. Estos indicadores configuran el escenario sobre el cual se librará la batalla electoral de 2026, con una gestión que presenta avances en lo social pero grandes desafíos en materia fiscal. Diversos análisis económicos coinciden en señalar luces y sombras en los tres años de mandato. Entre los logros, se destaca la reducción de la pobreza monetaria a su nivel más bajo en 13 años, pasando de 36,6% en 2022 a 31,8% en 2024, así como una disminución del desempleo a tasas de un dígito. Sin embargo, estos avances se ven matizados por críticas sobre la calidad del nuevo empleo, mayoritariamente informal, y el hecho de que el crecimiento económico de Colombia (proyectado en 2,7% para 2025) sigue siendo inferior al de sus pares regionales. El mayor lunar de la gestión es el frente fiscal. El déficit proyectado para 2025, de 7,1% del PIB, es calificado como el más alto de la historia reciente, sin contar la pandemia, lo que ha generado un aumento de la deuda pública y de la prima de riesgo del país.
Esta situación económica se refleja en la percepción ciudadana. El Ponderador de Encuestas de La Silla Vacía, que agrupa múltiples sondeos, muestra una tendencia a la baja en la aprobación presidencial, perdiendo el impulso logrado tras la consulta popular de meses anteriores. Un estudio de Shift Porter Novelli también revela un deterioro en la imagen del mandatario en la red social X, con un sentimiento negativo del 42,9%.
En resumenAl iniciar su último año, el presidente Gustavo Petro presenta un balance de gestión con claroscuros. Si bien se registran mejoras en indicadores como la reducción de la pobreza y el desempleo, su gobierno enfrenta un déficit fiscal histórico y una aprobación ciudadana que se ha deteriorado, situándose en torno a un tercio del electorado.