Este evento se perfila como un termómetro de la fuerza política del uribismo y un acto de cohesión interna, en un momento en que el fallo judicial ha sido interpretado por sus líderes como un ataque que debe ser respondido con una demostración de fuerza en las calles. La fecha elegida, 7 de agosto, coincide con la conmemoración de la Batalla de Boyacá, lo que añade un fuerte componente simbólico y patriótico a la protesta.
