El uso de esta red social en la política colombiana no es nuevo, pero su intensidad y centralidad en las estrategias de campaña marcan un cambio significativo. El antecedente más claro fue la campaña de Rodolfo Hernández en 2022, quien fue considerado “el rey de TikTok” por su comunicación directa y desenfadada que le permitió aumentar masivamente su visibilidad. Para 2026, los precandidatos han aprendido la lección y diversificado sus contenidos. Las estrategias ya no se basan solo en propuestas, sino en la creación de narrativas que evocan emociones como la esperanza o la indignación. Los candidatos utilizan el humor, la sátira y colaboraciones con influenciadores para maximizar su alcance. El algoritmo de TikTok, que prioriza la relevancia del contenido sobre el número de seguidores, permite que videos de candidatos con menor estructura política puedan viralizarse y llegar a millones de usuarios a bajo costo. Según analistas, el uso estético y performático de la plataforma marca una ruptura con los discursos tradicionales. Por ejemplo, Claudia López ha reactivado su cuenta con videos de participación comunitaria, mientras que Sergio Fajardo apuesta por el humor autorreferencial.
