Ante las tensiones entre los precandidatos, el expresidente Álvaro Uribe asumirá un rol decisivo en la selección final, un movimiento que busca unificar al partido pero que evidencia sus profundas fracturas. La controversia estalló tras desacuerdos sobre la firma encuestadora que mediría a los cinco aspirantes: María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín, Miguel Uribe Londoño y Andrés Guerra. La firma brasileña Atlas Intel, que había sido seleccionada, se retiró del proceso alegando riesgos para su reputación e imparcialidad, lo que dejó al partido sin un mecanismo claro y exacerbó las disputas internas, particularmente entre las campañas de Cabal y Uribe Londoño.
Como consecuencia, el senador Andrés Guerra renunció a su precandidatura, afirmando que buscará su reelección en el Senado. En un comunicado, la colectividad anunció que la selección se aplaza hasta el 6 de febrero de 2026 y que se podrán utilizar "cualquiera de los mecanismos establecidos en sus estatutos". Esta decisión, en la práctica, otorga al expresidente Uribe la potestad de elegir directamente al candidato, una estrategia similar a la utilizada en 2018 con Iván Duque. La medida busca contener la fragmentación y asegurar una candidatura única para la consulta interpartidista de la derecha en marzo, pero también subraya las dificultades del partido para gestionar sus diferencias internas y la fuerte dependencia de la figura de su líder natural.











