La elección ha trascendido el ámbito judicial para convertirse en una batalla política de alto calibre. El presidente Gustavo Petro afirmó en su cuenta de X que la elección "definirá todo el cuadro de alianzas en el Congreso de la República.
No podemos ceder a quienes han apoyado el fascismo".
Esta declaración fue interpretada como un respaldo a Balanta y una crítica a Camargo. En respuesta, líderes de oposición como Germán Vargas Lleras han advertido que una victoria de Balanta le aseguraría a Petro "una holgada mayoría en la Corte".
La votación se anticipa extremadamente cerrada, con estimaciones que apuntan a un empate técnico de 52 votos para cada candidato.
La disputa ha expuesto fracturas en los partidos; senadores de Cambio Radical y del Partido Liberal, tradicionalmente en oposición, podrían inclinarse por Balanta. Para garantizar la transparencia, el presidente del Senado, Lidio García, anunció medidas especiales como la prohibición del ingreso de asesores al recinto y el uso de cubículos para el voto secreto. La candidata Balanta ha rechazado ser la ficha del gobierno, afirmando: “Me han estigmatizado y yo estoy segura que es por ser mujer y por ser negra, porque ahí mismo me ubicaron en el petrismo y yo no soy petrista”. Por su parte, Camargo enfrenta cuestionamientos por presunto clientelismo durante su gestión en la Defensoría del Pueblo.