El proyecto presupuestal ha sido calificado por diversos sectores como “inflado” y “fiscalmente insostenible”. Críticos como la senadora Angélica Lozano sostienen que el monto es desproporcionado frente a los niveles de ejecución y los ingresos reales, sugiriendo que el Gobierno podría buscar que el Congreso lo rechace para expedirlo por decreto. Una de las mayores controversias es que el plan de gastos contempla $26,3 billones provenientes de una nueva reforma tributaria, lo que para la senadora Marlene Castillo es una muestra de “pésima planeación fiscal, cuentas alegres y mucha improvisación”. El senador Ciro Ramírez, por su parte, cuestionó el incremento de casi $5 billones en gastos de personal, afirmando que es un aumento “solamente para cargos de su militancia política”. El análisis de La Silla Vacía señala que el presupuesto aumenta los gastos de funcionamiento y personal, mientras disminuye la inversión real y se financia con nueva deuda. La inversión pública, aunque crecerá $4,8 billones, representa solo la mitad del incremento en funcionamiento.

Además, el pago de intereses de la deuda alcanzará un nivel histórico de $70,7 billones. El exdirector del DNP, Jorge Iván González, criticó la dispersión de la inversión en proyectos pequeños, afirmando: “Se gastan de a $5 millones, $10 millones en cositas.

Si usted agrupa esa plata se puede hacer un tren de gran velocidad”.

Los ponentes en las comisiones económicas tienen hasta el 15 de septiembre para fijar el monto definitivo y hasta el 25 de septiembre para aprobarlo en primer debate.