El caso está rodeado de misterio, y las autoridades investigan las circunstancias que llevaron a su muerte. Liliana Molina, quien trabajó en los hospitales de Suba y Engativá, desapareció el lunes 10 de noviembre tras salir de su residencia en la localidad de Suba. Su familia, al no tener noticias de ella, activó una alerta de búsqueda. Las primeras versiones sugerían que la profesional pudo haber sido víctima de escopolamina, ya que fue vista por última vez en los sectores de El Tunal y Yomasa, en el sur de Bogotá, antes de que se perdiera su rastro. Su cuerpo fue hallado en la tarde del martes 11 de noviembre, día de su cumpleaños, en una habitación de hotel en Tunja. Según informes preliminares, junto al cadáver se encontró una botella de licor.

El cuerpo presentaba varias heridas que, según una hipótesis, podrían haber sido autoinfligidas con un objeto cortopunzante. Sin embargo, esta versión no ha sido confirmada y será el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses el que determine la causa exacta del deceso. El Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía se desplazó al lugar para realizar el levantamiento del cuerpo y recolectar evidencia. La investigación se centra ahora en reconstruir sus últimos movimientos, determinar cómo llegó de Bogotá a Tunja y analizar sus contactos telefónicos para esclarecer si hubo intervención de terceros. Familiares y amigos han pedido celeridad en la investigación y han expresado su preocupación por el aumento de casos de desapariciones y el uso de sustancias como la escopolamina en la capital.