Las investigaciones, apoyadas por numerosos videos de seguridad y testimonios, identificaron como principales agresores a Juan Carlos Suárez Ortiz y Ricardo Rafael González Castro.

Suárez fue capturado poco después del hecho, mientras que González huyó a Cartagena y se entregó a las autoridades días más tarde.

Ambos enfrentan cargos por homicidio agravado, aunque ninguno ha aceptado su responsabilidad.

Durante las audiencias, la jueza del caso destacó la “absoluta frialdad” y la falta de arrepentimiento de Suárez, mientras la Fiscalía argumentó que la agresión se configuró como un acto con “dolo eventual”, descartando un homicidio no intencional. La defensa de los acusados alegó inicialmente que la agresión fue una reacción a un supuesto acoso de Moreno hacia unas acompañantes, versión que, según los investigadores, no es respaldada por los videos del interior del establecimiento. El padre de la víctima, Jaime Alberto Moreno, expresó su dolor en una entrevista, declarando que se le “destroza el alma” al ver la sevicia del ataque y el cinismo de los implicados al declararse inocentes. El caso también ha puesto en la mira a dos mujeres que presuntamente instigaron la violencia, y la familia de Moreno, a través de su abogado, ha solicitado que sean vinculadas formalmente al proceso penal.