La extracción del cadáver presentó dificultades significativas debido a lo inaccesible del terreno, requiriendo la coordinación para el uso de un helicóptero. El sacrificio del subteniente Rozo ha sido destacado como un acto heroico, y su muerte ha generado un profundo pesar entre sus compañeros y en la comunidad, poniendo de relieve los peligros a los que se enfrentan los socorristas en el cumplimiento de su deber.
Bombero fallece en Cundinamarca durante la búsqueda de una menor desaparecida
La comunidad de Cundinamarca lamenta la muerte del subteniente Carlos Andrés Rozo, miembro del Cuerpo de Bomberos de El Colegio, cuyo cuerpo fue hallado sin vida tras ser arrastrado por un río. El bombero participaba en la búsqueda de una menor desaparecida, convirtiendo su fallecimiento en un trágico acto de servicio. El subteniente Rozo desapareció el jueves 6 de noviembre mientras formaba parte de las labores de búsqueda de Shairin Tovar Quintero, una niña de 11 años, en el río Blanco, municipio de Gutiérrez. La corriente del río lo arrastró, lo que desencadenó un intenso operativo de búsqueda en el que participaron cerca de 70 personas de diferentes cuerpos de bomberos del departamento. Tras arduas labores, su cuerpo fue finalmente localizado en el sector de Peñalisa.



Artículos
4Sociedad
Ver más
Las autoridades sorprendieron a los sospechosos en flagrancia, incautando armas y munición durante el operativo.

La Procuraduría Regional, asegura procedimiento de la población privada de la libertad. La entrada Garantizan Derechos en traslado se publicó primero en EXTRA | El Diario de Todos.

La entrada UNICEF pide medidas urgentes para proteger a los niños del reclutamiento | Noticias UNO se publicó primero en Noticias Uno.

Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.






