Su esposo, Efrén Andrade, relató a ‘Los informantes’ que la Nueva EPS argumentó que ya no había una farmacia disponible tras la finalización del contrato con Audifarma. “En ese instante empezaron a negar el medicamento: ‘No hay farmacia, todavía no tenemos contrato’”, aseguró Andrade.
La familia emprendió una batalla legal que incluyó varias tutelas y la intervención de la Defensoría del Pueblo. En febrero de 2025, un fallo a su favor les devolvió la esperanza, pero el tratamiento nunca llegó a tiempo. Semanas antes de su muerte, Maritza grabó un video desgarrador en el que, con la voz entrecortada, expresó su desesperación: “He tenido una recaída por el no suministro de las medicinas para mi tratamiento”. En una cruel ironía del sistema, el medicamento fue entregado 25 días después de su fallecimiento.
Cuando un abogado de la Defensoría le informó a su esposo sobre la entrega, él respondió con dolor: “Claro que sí, doctor, ya lo entregaron.
Pero mi señora falleció”.
Historias similares de otros pacientes en Pasto y Bucaramanga, recogidas bajo la consigna “nos entregan los medicamentos cuando ya estamos muertas”, refuerzan la percepción de una crisis sistémica.













