La ambulancia transportaba a Armín Portilla, un paciente que había resultado herido por arma de fuego horas antes. Sujetos armados detuvieron el vehículo de emergencia, amenazaron al equipo médico y dispararon contra el paciente, causándole la muerte dentro de la ambulancia. Posteriormente, obligaron al personal de salud a regresar al casco urbano de Bolívar.

La Gobernación del Cauca y la seccional Cauca de la Cruz Roja Colombiana rechazaron categóricamente el crimen. Lázaro Mazabuel, jefe de la Misión Médica de la Cruz Roja en el departamento, reiteró el carácter neutral del personal sanitario, afirmando: "La misión médica, en el principio de imparcialidad, atiende a absolutamente todo el mundo sin preguntar de qué grupo son...

No tomamos partido".

La Secretaría de Salud del Cauca denunció además que, días después, el 2 de octubre, otro médico de la E.S.E.

de Bolívar fue retenido y obligado bajo amenazas a atender a personas heridas en una zona desconocida. Las autoridades convocaron una Mesa Extraordinaria de Misión Médica para fortalecer las medidas de protección al personal de salud en la región.