Su muerte subraya el peligro persistente que representan las minas antipersonales para la Fuerza Pública y la población civil en zonas de conflicto. El trágico incidente ocurrió el 26 de septiembre en la vereda Marcelina, mientras el soldado Miranda realizaba tareas de seguridad en la zona.

La explosión le causó heridas de gravedad, lo que obligó a su traslado aéreo urgente a Medellín. A pesar de los esfuerzos médicos y los procedimientos de reanimación, el uniformado falleció en la Clínica de Las Américas. El Ejército Nacional atribuye la siembra del artefacto explosivo a grupos al margen de la ley que operan en la región, quienes utilizan estas minas para proteger rutas de narcotráfico y minería ilegal. La Décima Séptima Brigada del Ejército expresó sus condolencias a la familia del soldado y anunció que continuará con las operaciones en la región para proteger a la población.

Además, denunciará ante las autoridades competentes el uso de minas antipersonales, una práctica que viola el Derecho Internacional Humanitario.