El asesinato de Nairkel Aldrain Botía Manrique, un niño de cuatro años en Medellín, ha generado una profunda conmoción nacional. El caso, atribuido a su padrastro, ha puesto de relieve la vulnerabilidad de la niñez y ha provocado un clamor generalizado por justicia y mayores medidas de protección. La muerte del menor ocurrió el 16 de septiembre, tras agonizar durante tres días en el Hospital General de Medellín por las graves lesiones sufridas en cabeza, tórax y abdomen. El presunto responsable es su padrastro, Cristian Alexis González Gallego, alias ‘Lámpara’, señalado integrante de la banda delincuencial ‘Los Mondongueros’, quien fue capturado e imputado por homicidio y violencia intrafamiliar agravados.
Según la Fiscalía, el ataque se produjo con un machete después de que el niño insistiera en salir a jugar. La investigación reveló que tanto el menor como su madre vivían un ciclo constante de violencia. La abuela de Nairkel denunció que su hija y nieto fueron mantenidos encerrados durante seis días bajo amenazas.
El padre biológico del niño, quien reside en Venezuela, ha pedido ayuda para repatriar el cuerpo. El funeral del menor, al que asistió el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, se convirtió en un acto simbólico de rechazo a la violencia infantil, con flores y globos blancos. El alcalde expresó su dolor afirmando: “Uno ver un ataúd de ese tamaño… duele mucho, duele el alma”.
El caso ha provocado pronunciamientos del ICBF y la activación de medidas de protección para la madre de la víctima, quien también fue agredida durante los hechos.
En resumenLa muerte de Nairkel Botía es un trágico caso de violencia infantil que ha conmocionado a Medellín y Colombia. El presunto autor, su padrastro, se encuentra bajo custodia mientras la investigación avanza. Este suceso ha subrayado la urgente necesidad de proteger a los niños en entornos violentos y ha generado una fuerte demanda pública de justicia.