Su carrera episcopal lo llevó a ser obispo de Armenia entre 1972 y 1986, para luego pastorear su diócesis natal de Garzón hasta su retiro en 2003. Dentro de la Conferencia Episcopal de Colombia, su labor fue destacada, especialmente como Presidente y Moderador del Tribunal Eclesiástico Único de Apelación para Colombia, donde aplicó su “pasión evangelizadora y su competencia académica”.

Monseñor Ramírez fue un jerarca que no dudó en expresar sus convicciones, incluso cuando generaban controversia.

Es recordado por su defensa de la unión matrimonial, su rechazo al aborto y su llamado a votar por el “No” en el Plebiscito por la Paz de 2016, advirtiendo sobre lo que consideraba riesgos para la nación. Aún en su retiro, se mantuvo activo como columnista, reflexionando sobre el rumbo del país.

Sus pares lo describieron como un “hombre de Iglesia, gran amigo, excelente pastor, hombre de Dios”, dejando un legado de fe y compromiso cívico.