Los soldados profesionales Danier Felipe Muñoz Ortiz y Cristian Andrés Hernández Jiménez, oriundos del Huila, fallecieron en un ataque con un dron cargado de explosivos atribuido al ELN en el sur de Bolívar. Este hecho, ocurrido el 9 de septiembre, dejó además cuatro militares heridos y evidenció la evolución de las tácticas de guerra de los grupos armados ilegales. El ataque, perpetrado en la vereda San Isidro, en los límites de los municipios de Santa Rosa y Morales, representa una escalada en la confrontación armada y subraya la vulnerabilidad de la Fuerza Pública ante las nuevas tecnologías empleadas por la insurgencia. Según el Ejército Nacional, las tropas del Batallón de Operaciones Terrestres N° 8 fueron atacadas mientras desarrollaban operaciones en el marco del Plan de Campaña Ayacucho Plus. El ministro de Defensa, Pedro Arnulfo Sánchez, rechazó la acción, calificándola de "barbarie" y una "violación flagrante a los DD.HH.
y al Derecho Internacional Humanitario".
La muerte de los soldados Muñoz Ortiz, de 25 años y con seis de servicio, y Hernández Jiménez, ha generado un profundo dolor en sus comunidades de Oporapa y Tello. Luis Eduardo Muñoz, padre de Danier Felipe, relató a LA NACIÓN que el sueño de su hijo era "adquirir un apartamento, para ayudarnos más, porque nosotros somos una familia de escasos recursos". Este testimonio humaniza la tragedia y refleja el sacrificio de jóvenes que ven en las Fuerzas Militares una opción de vida y sustento. El suceso también ha provocado reacciones en el ámbito político; figuras como el exministro Juan Carlos Pinzón criticaron la política de seguridad del gobierno, mientras que el congresista Julio César Triana instó a invertir en tecnología para que la Fuerza Pública pueda enfrentar a los grupos criminales "en igualdad de condiciones".
En resumenEl asesinato de los soldados Danier Muñoz y Cristian Hernández mediante un dron del ELN evidencia una peligrosa evolución tecnológica en el conflicto colombiano. El hecho ha generado una condena nacional, ha puesto de relieve el drama humano de las familias de los militares y ha intensificado el debate sobre la necesidad de dotar a las Fuerzas Armadas con capacidades para contrarrestar estas nuevas amenazas.