Su labor trascendió fronteras, llevándola al exilio y a colaborar con organizaciones como Amnistía Internacional.

A su regreso a Colombia, continuó su lucha, siendo una pieza clave en la aprobación de la Ley de Mujeres Buscadoras en abril de 2024, que reconoce y protege la labor de quienes, como ella, han dedicado su vida a encontrar a sus seres queridos. Su trabajo se caracterizó por fortalecer redes de apoyo entre familiares, organizaciones e instituciones del Estado, promoviendo siempre el diálogo y la articulación. Incluso en sus últimos días, afectada por una enfermedad, continuó participando en espacios como la Comisión asesora de las políticas sobre búsqueda de los desaparecidos, demostrando un compromiso inquebrantable hasta su último aliento.