Una familia bogotana, compuesta por Tito Nelson Martínez Hernández, su esposa Viviana Andrea Canro Zuluaga y su hijo de cuatro años, Kevin Martínez, falleció el pasado 11 de julio en el Hotel Portobelo de San Andrés. El Instituto Nacional de Medicina Legal determinó que la causa de las muertes fue anoxia por exposición a fosfina, un gas altamente tóxico utilizado en fumigaciones. La investigación reveló que la tragedia se originó por una fumigación realizada en la habitación 405, contigua a la 404, donde se hospedaba la familia. Se presume que el gas se filtró entre las habitaciones, causando la intoxicación fatal. Familiares de las víctimas habían advertido previamente al personal del hotel sobre olores extraños en su cuarto e incluso solicitaron un cambio, sin que se tomaran las medidas adecuadas.
El hotel Portobelo emitió un comunicado en el que aseguró haber contratado a la empresa Livingston & Company E.U. para el procedimiento, pero denunció que esta utilizó “una sustancia sin nuestra autorización, en flagrante violación de los protocolos establecidos”. Según el hotel, la fumigadora inicialmente reportó el uso de otros productos, lo que evidencia contradicciones en su actuación. El abogado de las víctimas, Juan Manuel Castellanos, afirmó que existen suficientes elementos probatorios para imputar cargos por homicidio culposo agravado y que la responsabilidad no recae únicamente en la empresa fumigadora, sino que involucra también al hotel y posiblemente a otras autoridades por falta de controles adecuados.
El caso ha generado conmoción nacional y un debate sobre la seguridad y los protocolos sanitarios en establecimientos turísticos.
En resumenLa muerte de la familia Martínez Canro en San Andrés expone graves fallas en los protocolos de seguridad y fumigación en el sector hotelero. La tragedia, causada por la exposición a un químico letal, subraya la necesidad de una regulación y supervisión más estricta para prevenir que la negligencia siga cobrando vidas inocentes en destinos turísticos del país.