Soldado profesional es asesinado en Huila mientras se encontraba de permiso
El asesinato del soldado profesional Luis Hernán Quiguazú Quinto en Nátaga, Huila, tras ser secuestrado mientras estaba de permiso, evidencia la persistente amenaza de las disidencias de las FARC y la vulnerabilidad de los miembros de la Fuerza Pública incluso fuera de servicio. El cuerpo sin vida del militar, de 30 años, fue encontrado el 26 de agosto en la vereda El Diamante con múltiples impactos de bala. Quiguazú Quinto, perteneciente al Batallón de Despliegue Rápido N.° 35, había desaparecido el 23 de agosto mientras viajaba en su motocicleta desde Inzá (Cauca) hacia La Plata (Huila) para visitar a su familia. La principal hipótesis de las autoridades es que fue interceptado en un retén ilegal de las disidencias de las FARC en el cruce de Ricaurte, en Páez (Cauca), y posteriormente fue secuestrado y ejecutado. La zona donde ocurrieron los hechos es de amplia injerencia de los frentes Hernando González Acosta e Ismael Ruiz, del Bloque Central Isaías Pardo de las disidencias. El comando de la Fuerza de Tarea Omega rechazó categóricamente el acto criminal y expresó sus condolencias a los familiares del soldado. La Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación avanzan en las investigaciones para identificar y capturar a los responsables de este crimen que enluta a la institución militar y pone de manifiesto los riesgos que enfrentan sus miembros en varias regiones del país.



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Las autoridades sorprendieron a los sospechosos en flagrancia, incautando armas y munición durante el operativo.

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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.






