En medio de la reacción, el subintendente Reyes Lucumí logró abatir a su agresor, cuya identidad no ha sido establecida, pero falleció en el lugar a causa de las heridas recibidas. El comando de la Policía del Cauca ha mantenido hermetismo sobre los detalles de la operación de inteligencia, indicando que era coordinada desde el nivel central en Bogotá. Este hecho de violencia ha generado conmoción en la comunidad y ha puesto en evidencia el alto riesgo que enfrentan los funcionarios de inteligencia en zonas con fuerte presencia de grupos armados ilegales como el frente 'Dagoberto Ramos' y el frente '57 Yair Bermúdez', que se disputan el control territorial en la región.
Asesinato de subintendente de inteligencia y un civil en Corinto, Cauca
Un subintendente de la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional y un civil perdieron la vida en un enfrentamiento armado ocurrido en el parque central del municipio de Corinto, en el norte del Cauca. El uniformado se encontraba realizando labores encubiertas cuando fue descubierto y atacado por un presunto integrante de una estructura disidente. La víctima policial fue identificada como el subintendente José Yair Reyes Lucumí, de 36 años y oriundo de Puerto Tejada. Al momento del ataque, vestía prendas de la Compañía Energética de Occidente (CEO) para mantener un perfil bajo mientras, según versiones preliminares, seguía a miembros de la estructura disidente 'Dagoberto Ramos'. Al ser descubierto, un sujeto armado lo atacó, lo que desencadenó un intercambio de disparos.



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Las autoridades sorprendieron a los sospechosos en flagrancia, incautando armas y munición durante el operativo.

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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.





