Los homenajes se extendieron por todo el país, reflejando el luto nacional y el rechazo a la violencia que sigue afectando a la Fuerza Pública. Las autoridades han reiterado su compromiso de llevar a los responsables ante la justicia y han ofrecido millonarias recompensas por información sobre los cabecillas de la estructura criminal.
Colombia despide con honores a los 13 policías caídos en Amalfi
En diferentes municipios del país se realizaron las exequias de los 13 policías que murieron en el ataque contra un helicóptero en Amalfi, Antioquia. Las ceremonias, marcadas por el dolor y los homenajes póstumos, contaron con la presencia de altos mandos del gobierno y la Fuerza Pública, quienes exaltaron el sacrificio de los uniformados. El ataque, atribuido al Frente 36 de las disidencias de las FARC, no solo cobró la vida de los uniformados, sino también de dos caninos antiexplosivos, Telmo y Léster, que acompañaban la misión. El piloto de la aeronave, capitán Francisco Javier Merchán Granados, fue despedido en su natal Mongua, Boyacá, en una ceremonia presidida por el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, y el director de la Policía, general Carlos Fernando Triana. En Aipe, Huila, la comunidad despidió al subintendente José Mario Camacho Aldana, de 35 años, quien aunque nació en Caquetá, creció en el municipio huilense. En Barranquilla, se rindieron honores al patrullero José Daniel Valera Narváez, de 24 años, y en San Marcos, Sucre, al patrullero Rafael Enrique Anaya Almanza. En Medellín, la familia del patrullero Jhonatan Jiménez Montoya, de 31 años, lamentó su pérdida junto a la de su perro 'Telmo', con quien trabajaba como guía canino.



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Las autoridades sorprendieron a los sospechosos en flagrancia, incautando armas y munición durante el operativo.

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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.





