Tragedia en Vaupés: Siniestro de avioneta ambulancia deja cuatro fallecidos
Una avioneta tipo ambulancia que cumplía una misión médica se precipitó a tierra en una remota zona selvática del departamento de Vaupés, causando la muerte de sus cuatro ocupantes. El siniestro ha puesto de relieve los riesgos inherentes a las operaciones aéreas de emergencia en las regiones más apartadas de Colombia. El accidente ocurrió en la tarde del domingo 24 de agosto, cuando la aeronave Cessna 206, con matrícula HK1833 y perteneciente a la empresa SAE Ambulancias, se estrelló en las inmediaciones de la comunidad indígena de Belén de Inambú. La avioneta cubría la ruta entre la comunidad de Tiquié y Mitú, la capital departamental, transportando a una paciente que requería atención médica urgente. Las víctimas fueron identificadas como el piloto Jorge Moreno, el médico Javier Gómez Roa, oriundo de Tame (Arauca), la paciente Luz Milena Londoño, quien se encontraba en estado de embarazo, y un acompañante. Según la información preliminar de la Defensa Civil del Meta, la aeronave presentó fallas mecánicas poco después de despegar de Tiquié. El piloto intentó realizar un aterrizaje de emergencia, pero al tocar tierra perdió el control y la avioneta explotó, sin dejar sobrevivientes. La Aeronáutica Civil confirmó la tragedia y anunció el inicio de una investigación para determinar las causas exactas del siniestro, coordinando acciones con las comunidades locales para la recolección de información. Este suceso ha generado una profunda consternación, especialmente en el sector de la salud aérea y en las comunidades amazónicas que dependen de este tipo de transporte para acceder a servicios médicos esenciales, evidenciando la vulnerabilidad y los desafíos logísticos que enfrentan las misiones humanitarias en territorios de difícil acceso geográfico.



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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.





