La ciudad de Cali se sumió en el terror y el luto tras un devastador atentado con un camión bomba en las inmediaciones de la Base Aérea Marco Fidel Suárez, que dejó un saldo de civiles muertos y decenas de heridos. Este ataque indiscriminado ha reavivado el temor a la violencia urbana a gran escala y ha provocado una contundente respuesta de las autoridades. El 21 de agosto de 2025, un vehículo cargado con cilindros explosivos detonó en la carrera Octava, una concurrida vía del norte de Cali. La explosión, que ocurrió a las 2:50 p.m., dejó un saldo final de seis personas fallecidas y 78 heridas, todas civiles, entre ellas una mujer con cuatro meses de embarazo y un menor de 17 años, Juan Diego Martínez. Las autoridades atribuyeron el ataque a la estructura ‘Jaime Martínez’ de las disidencias de las FARC, bajo el mando de alias ‘Iván Mordisco’. El alcalde Alejandro Éder calificó el hecho como un “atentado narcoterrorista” y anunció la militarización de la ciudad, además de una recompensa de hasta 400 millones de pesos por información.
La investigación reveló que un segundo camión con explosivos no detonó, lo que evitó una tragedia mayor.
Tras el atentado, la comunidad capturó a uno de los presuntos responsables, identificado como Walter Steban Yonda Ipia, alias ‘Sebastián’, de 23 años.
Posteriormente fue capturado un segundo sospechoso, Diomar Mancilla Flórez, alias ‘El Mocho’, señalado como coordinador logístico del frente.
Como respuesta a la crisis, se decretaron tres días de duelo y se activó la ‘Operación Sultana’ para reforzar el pie de fuerza en la capital vallecaucana.
En resumenEl atentado en Cali evidencia la grave amenaza del narcoterrorismo en los centros urbanos de Colombia y la vulnerabilidad de la población civil. La respuesta de las autoridades, con la militarización de la ciudad y la captura de sospechosos, busca restablecer el orden, mientras la comunidad llora a sus víctimas y enfrenta las secuelas de la violencia.