La oposición a la reforma tributaria ha centrado sus críticas en el impacto directo que tendrían varios de los nuevos gravámenes sobre los ciudadanos y las finanzas de los departamentos. Argumentan que impuestos como el del carbono y los aplicados a licores, cervezas y cigarrillos afectarían desproporcionadamente a la población y generarían efectos fiscales adversos. El senador Efraín Cepeda, uno de los principales promotores del archivo del proyecto, señaló que el impuesto al carbono encarecería el precio de la gasolina, perjudicando directamente a los “12 millones de motocicletas que hay en el país, las cuales son usadas por las clases bajas y medias para transporte y subsistencia”. Por su parte, la representante Katherine Miranda también criticó este gravamen, afirmando que “golpea a los campesinos, a los transportadores y a los trabajadores y termina encareciendo los alimentos y la vida de todos los colombianos”.
Otra área de gran preocupación es el aumento de impuestos a productos como licores, cervezas y cigarrillos. La Secretaría de Hacienda del Cauca advirtió que esta medida podría fortalecer el contrabando y poner en riesgo la salud pública, ya que el alza de precios incentivaría el consumo de licor adulterado. Además, se alertó que la reforma “desfinancia los departamentos”, debido a que gran parte de sus ingresos propios provienen de estas rentas, que se destinan a financiar sectores como salud, educación y deporte.
Según el análisis del Cauca, el impuesto a una botella de aguardiente podría aumentar en un 80%, lo que disminuiría el recaudo legal y fomentaría la ilegalidad.
En resumenLos opositores a la reforma sostienen que los nuevos impuestos a combustibles, licores y cigarrillos tendrían un efecto regresivo, aumentando el costo de vida para los ciudadanos y debilitando las finanzas departamentales al incentivar el contrabando y reducir el recaudo oficial.