Según el tributarista Christian Junot, esta estrategia es deliberada.

Muchas empresas, por temor a ser fiscalizadas, prefieren no solicitar la devolución, lo que agrava el problema.

Esta situación afecta desproporcionadamente a sectores con altos ingresos y márgenes delgados, como el financiero, de comunicaciones y comercio, que ven su flujo de caja estrangulado mientras el Estado se financia con su dinero.