El trámite del Presupuesto General de la Nación para 2026 en el Congreso estuvo marcado por una profunda división política, que se materializó en la radicación de tres ponencias diferentes para el primer debate. Cada propuesta representaba una visión distinta sobre el nivel de gasto público y la pertinencia de una nueva reforma tributaria. La primera ponencia, respaldada por el oficialismo (Pacto Histórico), mantenía el monto original propuesto por el Gobierno de $556,9 billones. Este valor estaba condicionado a la aprobación de una ley de financiamiento para recaudar $26,3 billones adicionales. En el extremo opuesto, la ponencia del Centro Democrático proponía un presupuesto de solo $530 billones, con el objetivo explícito de eliminar por completo la necesidad de una nueva reforma tributaria. Una tercera ponencia, considerada alternativa y liderada por congresistas de la Alianza Verde, buscaba un punto intermedio.
Proponía reducir el presupuesto en $10 billones, dejándolo en $546,9 billones, y eliminar varios artículos considerados “peligrosos” por los ponentes.
Esta fragmentación de posturas evidenció la falta de un consenso inicial y la dificultad del Gobierno para asegurar los votos para su propuesta original. Finalmente, fue la ponencia alternativa la que sirvió de base para el acuerdo que permitió la aprobación del presupuesto con el recorte de $10 billones, demostrando que la negociación y la cesión fueron claves para destrabar el debate.
En resumenLa existencia de tres ponencias distintas para el presupuesto de 2026 —una oficialista, una de oposición y una alternativa— expuso la división política en el Congreso. Esta fragmentación forzó al Gobierno a negociar y aceptar un recorte de $10 billones para lograr la aprobación del proyecto en su primer debate.