La eliminación de estos gravámenes, que habían generado fuerte rechazo en sectores productivos y consumidores por su potencial impacto inflacionario, fue justificada por el presidente como un acto de equidad. “Como la solicitud nueva de recursos financieros disminuye en 10 billones de pesos, creo que lo más justo es no solicitar incrementos de impuestos sobre la gasolina y la cerveza”, afirmó el mandatario. La decisión reduce la meta de recaudo de la ley de financiamiento de 26,3 billones a aproximadamente 16,3 billones de pesos. Según el ministro de Hacienda, Germán Ávila, este movimiento es parte de un “escenario de acuerdos y de consensos entre el Gobierno nacional y el Congreso”, calificándolo como un “momento dulce de la relación” entre ambos poderes. La medida alivia la presión sobre la canasta familiar y los costos de transporte, pero traslada el debate a cómo se financiarán las necesidades restantes del presupuesto.
