Afirmó que se debe ir “en la vía de cambiar la estructura tributaria de aumentar los impuestos a las personas naturales en vez de a las empresas”. Este planteamiento sugiere una reforma fiscal más profunda y estructural que incentive la inversión y la competitividad empresarial, alineando a Colombia con las prácticas de otros países donde la carga tributaria recae en mayor medida sobre los individuos. La dualidad de su postura —apoyar un alza de impuestos a empresas a corto plazo mientras aboga por reducirlos a largo plazo— refleja la complejidad del desafío fiscal colombiano: resolver las urgencias de recaudo sin sacrificar el crecimiento económico futuro. Su llamado a “repensar la estructura tributaria” abre un debate sobre el modelo fiscal que el país debería adoptar para garantizar la sostenibilidad y la equidad en las próximas décadas.