En contraste, organizaciones como el centro de estudios Dejusticia han defendido la medida, apelando a los principios de un Estado laico y a la necesidad de equidad fiscal.

Dejusticia señala que las exenciones tributarias a las iglesias constituyen un subsidio que favorece a religiones institucionalizadas y que algunas congregaciones han amasado grandes fortunas, con un patrimonio líquido que, según la DIAN, asciende a $19 billones. Además, advierten sobre el riesgo de que algunas iglesias se conviertan en centros de lavado de activos sin un control estatal riguroso.