Sin embargo, la justificación del presidente Petro fue recibida con un rechazo generalizado. Críticos de diversos sectores, incluyendo analistas, gremios y ciudadanos, señalaron la profunda desconexión de la afirmación con la realidad colombiana. Se argumenta que millones de personas de bajos ingresos dependen de la gasolina para sus motocicletas, que son su principal herramienta de trabajo y medio de transporte, así como para maquinaria agrícola y lanchas en zonas rurales. Además, se advierte que cualquier aumento en los combustibles genera un efecto inflacionario en cadena, encareciendo el transporte público y el costo de los alimentos, lo que golpea directamente a los hogares más vulnerables. Varios artículos recalcan que en Colombia circulan cerca de 13 millones de motocicletas, la mayoría pertenecientes a estratos populares, y que el 90% de lo que se mueve en el país depende del transporte terrestre. La frase presidencial ha sido catalogada como una simplificación que ignora la estructura económica y social del país, convirtiéndose en un símbolo de la oposición a la reforma.