Insistió en que "la reforma tributaria va hacia los más ricos del país", mencionando impuestos a dividendos, herencias, fusiones empresariales e hidrocarburos. El mandatario desmintió que se vayan a gravar productos de la canasta familiar o servicios de consumo masivo, calificando la información contraria como una "comunicación mentirosa" de "los ricos que no pagan impuestos en Colombia".

El ministro de Hacienda, Germán Ávila, y el ministro del Interior, Armando Benedetti, han respaldado esta narrativa.

Benedetti calificó de "cínicos y mentirosos" a quienes afirman que se gravará a la clase media.

Petro también lanzó una advertencia directa al Congreso: "Si el Congreso hunde la reforma que pone impuestos a los riquísimos, no quedará más recurso que la gasolina para devolver el subsidio por 70 billones". Algunos analistas, como Jorge Iván Cárdenas en La Silla Vacía, sugieren que la reforma podría ser un "cañazo" político, diseñada para ser rechazada y permitir al Gobierno expedir el presupuesto por decreto, culpando al Congreso por la falta de financiamiento. Esta estrategia le permitiría al Ejecutivo mantener los montos de gasto deseados sin asumir el costo político de la aprobación de nuevos impuestos.