El sector de bebidas alcohólicas y tabaco ha encendido las alarmas ante la propuesta de reforma tributaria, que contempla un significativo aumento de impuestos y podría, según los productores, devastar la industria legal. La iniciativa propone elevar el IVA para licores como aguardiente, ron y vino del 5 % al 19 %, y unificar el impuesto al consumo con un componente ad valorem del 30 % sobre el precio final y uno específico de $1.000 por grado de alcohol. La Fábrica de Licores de Antioquia (FLA) y Asobares han sido las voces más críticas. Esteban Ramos, gerente de la FLA, advirtió que la carga tributaria total sobre los licores podría aumentar hasta en un 90 %, calificando la situación como el posible “fin de la industria licorera en Colombia”. Según sus cálculos, una botella de Aguardiente Antioqueño que hoy paga $17.500 en impuestos pasaría a pagar $33.000, lo que elevaría su precio final de $37.000 a cerca de $52.000.
Este “incremento desproporcionado”, aseguran, generará un “efecto boomerang”: la caída del consumo legal y un aumento del contrabando y la venta de licor adulterado, con graves consecuencias para la salud pública. La gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, se sumó a la preocupación, afirmando que la medida reducirá las rentas departamentales, que dependen de estos impuestos para financiar salud, educación y deporte.
“Nos van a llenar de contrabando”, sentenció.
El Gobierno, por su parte, justifica la medida argumentando que busca desincentivar el consumo de productos nocivos y generar recursos para el sistema de salud.
En resumenEl drástico aumento de impuestos a licores y tabaco es visto por la industria como una amenaza que, lejos de aumentar el recaudo, podría fortalecer los mercados ilegales, afectar las finanzas departamentales y poner en riesgo la salud pública por el consumo de productos adulterados.