Desde su radicación, el proyecto ha encontrado una fuerte resistencia.
En la Comisión Tercera del Senado, al menos 11 de los 17 miembros ya se habrían manifestado en contra, lo que anticipa un posible hundimiento en su primer debate.
Figuras políticas de peso como el expresidente César Gaviria, director del Partido Liberal, han calificado la reforma como un intento de "ahogar con más impuestos a los trabajadores y a las empresas" para financiar "pretensioniones burocráticas y clientelistas". El presidente del Senado, Efraín Cepeda, del Partido Conservador, aseguró que "no permitiremos más impuestos a personas naturales, ya agobiadas, ni a empresas, asfixiadas por mayores costos".
En respuesta, el Gobierno ha desplegado una defensa enérgica.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, tildó de "cínicos y mentirosos" a quienes afirman que la reforma grava a la clase media. Por su parte, el presidente Gustavo Petro advirtió que si el Congreso hunde el proyecto, "no quedará más recurso que la gasolina" para cubrir el déficit fiscal, lo que implicaría un alza en los combustibles. Este escenario revive la posibilidad de que, al igual que en 2024, el presupuesto termine siendo expedido por decreto ante la falta de acuerdo en el legislativo, una figura que el senador Enrique Cabrales ha denominado "dictadura fiscal".