La reforma tributaria que el Gobierno de Gustavo Petro planea radicar enfrenta un ambiente de alta tensión y escepticismo en el Congreso de la República. Congresistas de diversas bancadas han manifestado su rechazo a la iniciativa, argumentando que el país no está preparado para una nueva alza de impuestos y que el Gobierno debería priorizar un recorte en el gasto de funcionamiento. El presidente de la Comisión Tercera del Senado, Jairo Castellanos, expresó su rechazo afirmando: "Vamos a debatir lo que nos toque debatir y pararnos frente a las injusticias que nos toque. A la reforma tributaria que anuncia el Gobierno la estudiaremos y le daremos cristiana sepultura". Esta postura es compartida por otros legisladores, como el senador Efraín Cepeda, quien sostiene que la tributaria busca financiar principalmente el gasto burocrático.
Una de las mayores críticas se centra en que el Presupuesto General de 2026, de 557 billones de pesos, está "inflado" y desfinanciado, ya que depende de los 26,3 billones que se esperan recaudar con la reforma. La senadora Angélica Lozano ha advertido que esta podría ser una estrategia del Ejecutivo para que el Congreso rechace el presupuesto y así poder aprobarlo por decreto, como ya ha ocurrido. Este complejo panorama se agrava por el clima preelectoral de 2025, un año en el que, como señaló el presidente del Senado, Lidio García, una reforma tributaria "no es amable para los políticos y es bastante impopular".
En resumenLa reforma tributaria enfrenta un camino cuesta arriba en el Congreso, donde una mayoría de congresistas de las comisiones económicas se oponen a aumentar la carga impositiva. El debate estará marcado por la desconfianza hacia las cifras del Gobierno y la pugna política sobre la responsabilidad fiscal y el manejo del gasto público.