Sin embargo, aunque los alimentos básicos quedan excluidos, la reforma sí contempla revisar beneficios tributarios del IVA aplicados a bienes y servicios consumidos mayoritariamente por personas de altos ingresos.

Además, algunos expertos han advertido que, si bien no habrá un impuesto directo sobre los alimentos, otras medidas podrían tener un impacto indirecto.

Por ejemplo, el propuesto aumento al impuesto al carbono podría encarecer los costos de transporte de carga, lo que eventualmente se reflejaría en el precio final de los víveres en las ciudades.

La promesa de no tocar la canasta familiar es un mensaje político clave del Gobierno para defender la equidad de su propuesta fiscal.