Para financiar esta significativa rebaja de impuestos, Córdoba plantea un ambicioso plan de austeridad estatal que ha denominado “ponerle una liposucción al Estado”. Esta estrategia contempla la fusión de aproximadamente 45 entidades públicas, como los ministerios de las TIC y de Ciencia y Tecnología, así como la optimización de varias superintendencias que mantienen “un grueso burocrático muy grande”. Con estas medidas, espera generar un ahorro anual de entre 90 y 100 billones de pesos. Córdoba asegura que este proceso de reestructuración se llevaría a cabo sin generar “masacres laborales” o despidos masivos.
Adicionalmente, propone combatir la evasión, la elusión y el contrabando como una fuente de recursos adicional, estimando que estas acciones podrían aportar otros 100 billones de pesos a las arcas públicas. El precandidato ha defendido su propuesta argumentando que se inspira en modelos aplicados en Estados Unidos durante la Gran Depresión y en Europa tras la posguerra, donde la prioridad fue el estímulo al consumo. La idea contrasta fuertemente con la agenda del actual gobierno, que se enfoca en aumentar el recaudo a través de una nueva reforma tributaria, y ha generado debate entre empresarios y analistas sobre su viabilidad fiscal y su potencial impacto en la economía.