Mientras se desarrollaba la misa, un joven ingresó corriendo al templo, perseguido por un grupo de al menos diez personas que también portaban armas blancas. En un acto de desesperación, la víctima buscó refugio detrás del sacerdote que oficiaba la ceremonia.

Las imágenes, grabadas por los feligreses, muestran cómo el párroco, sin dudarlo, se interpuso físicamente para proteger al joven, convirtiéndose en un escudo humano en medio del caos.

La riña, según información preliminar, se habría originado por el robo de una gorra, un motivo trivial que escaló a un nivel de violencia extrema.

La irrupción en un espacio sagrado y en plena celebración religiosa causó conmoción y pánico entre los asistentes.

La Policía Metropolitana llegó al lugar minutos después y logró controlar la situación, deteniendo a varios de los jóvenes implicados dentro de la misma iglesia. Los capturados, entre los cuales se encontraba un mayor de edad, fueron trasladados a una estación de policía. El incidente ha generado una profunda indignación y pone de manifiesto una grave descomposición social, donde ni los lugares de culto son respetados, y la violencia juvenil alcanza niveles alarmantes por disputas menores.