Un perro, víctima de un brutal maltrato que se viralizó en redes sociales, sobrevivió y fue adoptado por la Policía de Antioquia, donde recibió el simbólico rango de 'Coronel'. Su historia, que comenzó con crueldad y un nombre ominoso, se transformó en un símbolo de resiliencia y esperanza. El caso se desató a principios de noviembre, cuando un video mostró a Fernando Alonso Oviedo golpeando salvajemente a un perro con un látigo y patadas en el departamento de Bolívar. La agresión, según la investigación, ocurrió porque el animal comió un trozo de carne. La indignación nacional fue inmediata, y la Gobernación de Antioquia ofreció una recompensa de 50 millones de pesos por información.
Presionado, Oviedo se entregó en Yarumal, Antioquia, junto con el perro, que sorprendentemente estaba vivo.
Sin embargo, fue dejado en libertad al no ser una captura en flagrancia.
Un detalle insólito revelado por la senadora Andrea Padilla fue el nombre original del canino: 'Sicario', lo que para ella “evidencia la manera en que el agresor veía a su mascota”. Tras el rescate, el equipo veterinario de la Universidad Remington asumió su recuperación y lo rebautizó como 'Bizcocho'. A pesar de sobrevivir, el decano de la facultad de veterinaria explicó que el perro presenta “un daño neurocognitivo severo y múltiples politraumas”. La historia dio un giro inesperado cuando el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, confirmó que 'Bizcocho' sería adoptado por el Departamento de Policía Antioquia. En un gesto simbólico, el animal fue nombrado 'Coronel Bizcocho', convirtiéndose en un emblema de la institución. Mientras tanto, el proceso judicial contra Oviedo avanza, habiendo aceptado los cargos por el delito de maltrato animal.
En resumenEl caso del 'Coronel Bizcocho' es una narrativa bizarra que encapsula la extrema crueldad humana y una redención casi surrealista. La transformación del perro de una víctima llamada 'Sicario' a un miembro honorario de la Policía Nacional demuestra el poder de la presión ciudadana contra el maltrato animal. Aunque el proceso judicial sigue su curso, la nueva vida de 'Bizcocho' se ha convertido en un potente símbolo de segundas oportunidades.