Un grupo de aproximadamente diez jóvenes, armados con cuchillos, ingresó al templo persiguiendo a otro joven, quien también portaba un arma blanca.

En un acto de desesperación, la víctima buscó refugio detrás del sacerdote que oficiaba la misa en el altar. El párroco, en una acción crucial, se interpuso entre los agresores y el joven, actuando como un escudo humano para evitar una tragedia.

La escena fue grabada por los feligreses presentes. La información preliminar indica que el conflicto se originó por el robo de una gorra, lo que ha generado indignación por la desproporción de la violencia. La Policía Metropolitana llegó al lugar, controló la situación y detuvo a seis de los implicados dentro del mismo recinto religioso, uno de ellos mayor de edad. El incidente ha despertado una fuerte preocupación sobre la violencia juvenil y el irrespeto a los espacios de culto.