Por un lado, algunos ciudadanos expresaron su indignación, argumentando que este tipo de comercio obstaculiza la movilidad en un espacio ya congestionado y pone en duda la seguridad y el orden.

Un internauta comentó: “Se les va a volver una plaza de mercado. (…) El TransMilenio no es una plaza de mercado.

Todo tiene su lugar”.

Por otro lado, un número considerable de personas defendió a la vendedora, señalando que su actividad es una muestra de la búsqueda de sustento ante la falta de oportunidades laborales. “Está trabajando… no está haciéndole daño a nadie”, fue uno de los comentarios de apoyo. Las autoridades recordaron que el Manual del Usuario de TransMilenio prohíbe expresamente cualquier tipo de comercio dentro de las estaciones y buses para proteger la seguridad de los pasajeros.

Este caso no está relacionado con los 'Mercados Campesinos' autorizados por el Distrito en ocasiones anteriores.

El incidente reaviva el debate sobre la informalidad y la ocupación del espacio público en la capital.