El trágico suceso ha generado una profunda indignación y ha puesto de relieve las graves consecuencias del acoso laboral.
Según el relato de sus familiares, Gurrola, quien se encontraba trabajando, aceptó una botella de suero que le ofrecieron sus colegas para calmar la sed.
Sin saberlo, la bebida había sido adulterada con un potente químico.
Inmediatamente después de ingerirla, comenzó a sufrir graves complicaciones de salud que lo llevaron a ser hospitalizado.
Durante 19 días, luchó por su vida, pero los daños internos causados por la sustancia tóxica fueron irreversibles, provocándole finalmente la muerte.
La familia de la víctima ha denunciado que no se trató de una simple broma, sino de un acto deliberado que debe ser investigado como homicidio. Afirman que Carlos era víctima constante de ‘bullying’ por parte de sus compañeros, lo que añade un contexto de acoso sistemático al incidente.
El caso ha provocado protestas y un clamor por justicia en la comunidad, exigiendo que los responsables sean procesados penalmente. Este lamentable hecho sirve como una cruda advertencia sobre los peligros de las bromas pesadas en el lugar de trabajo y la delgada línea que separa el acoso de actos con consecuencias criminales y letales.