Tras descubrirse la irregularidad, fue trasladado al patio 12 para un monitoreo más estricto.
En un aparente ataque de ira por la pérdida de sus privilegios, ‘Satanás’ destruyó una de las cámaras de vigilancia. La situación es insólita por la cadena de sucesos ocurridos en un penal de máxima seguridad: el ingreso de alcohol, el presunto soborno a guardias para una visita ilegal y la posterior destrucción de infraestructura de seguridad. Este episodio pone en evidencia la posible existencia de redes de corrupción dentro del Inpec, que permiten a reclusos peligrosos mantener privilegios y desafiar la autoridad, socavando la seguridad y el propósito de la reclusión de alta seguridad.