Mientras transmitían en la plataforma Kick, fueron abordados por delincuentes que procedieron a robarlos. Todo el incidente quedó registrado en la transmisión, permitiendo que miles de sus seguidores fueran testigos directos del asalto.
Este hecho es particularmente insólito porque el crimen se convirtió en su propio contenido, transmitido en vivo y sin filtros.
La situación expone los riesgos inherentes a la profesión del 'streaming', donde la exposición constante de la ubicación y las actividades cotidianas puede convertir a los creadores en blancos fáciles para la delincuencia. El robo no solo generó un debate sobre la seguridad personal de los influenciadores, sino que también reavivó la conversación sobre la percepción de inseguridad en Medellín, una ciudad que atrae a numerosos turistas y nómadas digitales, quienes en ocasiones son vistos como objetivos vulnerables. La naturaleza pública y en directo del crimen lo distingue de un robo común, destacándolo como un extraño y preocupante signo de los tiempos.