En el mensaje, escrito a mano, solicitaba productos básicos como “un frutiño, 4 huevos, media libra de arroz y 3 platanitos”, y añadía con sinceridad: “Cachaco, si le quedo debiendo después le pago, que no tenemos para el almuerzo”.

La encargada de llevar la misiva fue su hija. El comerciante, conmovido por la situación, no solo accedió a la petición, sino que fue más allá.

Además de los productos solicitados, añadió otros alimentos como arroz, fideos, atún, aceite, verduras y más plátanos.

Junto con la compra, devolvió la nota con la respuesta que se ha convertido en un símbolo de empatía: “Tranquila, ya eso lo pagó Dios”. El acto fue compartido a través de la cuenta de X, eltrino.co, y generó una ola de reacciones positivas. Cientos de usuarios aplaudieron la generosidad del comerciante, destacando que este tipo de acciones demuestran que aún existe la bondad y que pequeños gestos pueden tener un impacto enorme en la vida de quienes atraviesan momentos difíciles. En un contexto de crisis, esta historia se ha erigido como un recordatorio del poder de la solidaridad comunitaria.