Sin embargo, las disputas internas dominaron el cierre.

La delegación venezolana se retiró en protesta por una referencia en el texto final sobre el sufrimiento causado por la invasión rusa a Ucrania, calificando el documento de “inaceptable y sesgado”.

Esta acción no fue aislada.

Un bloque de gobiernos de derecha, incluyendo Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador y Paraguay, se negó a respaldar la condena unánime al bloqueo económico contra Cuba. Aún más significativo fue el rechazo de siete países (los mencionados más Panamá y Trinidad y Tobago) a una declaración de apoyo al proceso de Paz Total en Colombia, el país anfitrión. Varios analistas calificaron la cumbre como un “fracaso organizado” y un “tiempo desaprovechado”, señalando que la escasa asistencia de jefes de Estado y los problemas logísticos contribuyeron a su bajo impacto. Aunque se alcanzaron acuerdos en áreas como la inversión en energías limpias y la seguridad, la falta de consenso en temas políticos fundamentales demostró la incapacidad de la CELAC para actuar como un bloque soberano y cohesionado frente a Europa y las presiones externas.