El despliegue del USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande y avanzado del mundo, en aguas del mar Caribe, se ha convertido en un poderoso símbolo de la escalada de presión de Estados Unidos sobre Venezuela. Aunque su misión oficial es parte de una operación antinarcóticos, su presencia es ampliamente interpretada como un mensaje directo de fuerza dirigido al gobierno de Nicolás Maduro. El Comando Sur de EE. UU. confirmó la llegada del portaaviones a su zona de responsabilidad para unirse a la 'Operación Lanza del Sur'. Este buque de propulsión nuclear, con capacidad para más de 4.500 tripulantes y 75 aeronaves, incluyendo cazas F-35, representa una capacidad de combate superior a la de casi todas las fuerzas aéreas latinoamericanas combinadas.
Para el gobierno venezolano, la llegada del buque es una “amenaza directa a su soberanía”.
Analistas internacionales, como Carlos Alberto Patiño Villa, sostienen que el despliegue va más allá de la lucha antidrogas y constituye el inicio de “operaciones psicológicas” contra Maduro, buscando generar intimidación y presión estratégica. La presencia de una nave de más de 100.000 toneladas no es un gesto trivial; simboliza la reafirmación del poder naval estadounidense en una región donde la influencia de China y Rusia ha crecido. Este movimiento se produce en un momento de máxima tensión, con Washington habiendo realizado ya numerosos ataques a embarcaciones en la zona, y refuerza la narrativa del gobierno venezolano de que una agresión externa es inminente.
En resumenLa llegada del USS Gerald R. Ford al Caribe trasciende su misión antinarcóticos declarada, funcionando como un potente instrumento de presión militar y psicológica sobre Venezuela y una clara demostración de la hegemonía estadounidense en el hemisferio.