Las condiciones planteadas incluirían una amnistía personal para Maduro, impunidad para sus colaboradores más cercanos y el retiro de las millonarias recompensas que el Departamento de Estado ofrece por su captura.
Adicionalmente, se exigiría la posibilidad de un “exilio cómodo” y tranquilo, probablemente en un país aliado. El artículo sugiere que dentro de la administración estadounidense se está evaluando esta alternativa diplomática como una vía potencialmente más efectiva que la confrontación militar directa para resolver la crisis venezolana. Esta opción de negociación contrasta con la postura de figuras más duras del gabinete de Trump, como el senador Marco Rubio, quienes abogan por mantener e incrementar la presión militar, argumentando que el régimen venezolano opera como una organización criminal con apoyo de potencias adversarias como Rusia y China. La estrategia dual de Washington, que combina una fuerte presencia naval en la región con la exploración de canales diplomáticos coercitivos, refleja la complejidad del escenario. Según The Atlantic, una de las mayores incertidumbres para Estados Unidos es la falta de claridad sobre quién asumiría el poder en un escenario post-Maduro, lo que alimenta la cautela ante cualquier acción que pueda precipitar un cambio de régimen abrupto y descontrolado.













