En un claro gesto de respaldo frente a la creciente presión de Estados Unidos, Rusia y Venezuela han fortalecido sus lazos con la entrada en vigor de un Acuerdo de Asociación Estratégica y Cooperación. Este pacto, proyectado por un período de diez años, abarca áreas clave como seguridad, energía y tecnología, consolidando una alianza geopolítica que desafía la influencia de Washington en la región. La cooperación militar es uno de los pilares de esta relación. En medio del despliegue naval estadounidense en el Caribe, se ha reportado que Venezuela recibió más ayuda militar rusa, incluyendo la modernización de radares y el suministro de sistemas de defensa. Moscú, por su parte, ha condenado enérgicamente los ataques de EE.
UU. contra supuestas “narcolanchas” procedentes de Venezuela, calificándolos de “ilegales”, “inaceptables” y una “violación del derecho internacional”.
El Kremlin ha advertido a Washington que una agresión contra su aliado “agravará la crisis” y ha prometido mantener su apoyo a Nicolás Maduro. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aclaró que, si bien Moscú está dispuesto a colaborar, Venezuela no ha realizado una solicitud formal de ayuda militar para repeler a EE.
UU.
No obstante, el diputado ruso Alexéi Zhuravliov aseguró que el suministro de asistencia militar ya está en marcha.
Desde Caracas, el gobierno de Maduro ha agradecido públicamente a Rusia por la “solidaridad y la comunicación constante” ante lo que considera una amenaza a su soberanía. Este fortalecimiento de la alianza Moscú-Caracas se produce en un momento de máxima tensión, con el parlamento ruso instando a la comunidad internacional a condenar las “acciones provocadoras de EE. UU.” contra Venezuela, lo que posiciona a la región como un escenario de disputa entre potencias globales.
En resumenLa entrada en vigor de un acuerdo de asociación estratégica entre Rusia y Venezuela formaliza una alianza de una década en seguridad y tecnología. En un contexto de alta tensión con EE. UU., Rusia ha condenado las acciones militares estadounidenses en el Caribe y ha reafirmado su apoyo militar y diplomático a Caracas, consolidando un eje geopolítico que desafía la hegemonía de Washington en América Latina.